Normalmente usamos el término “transgresión” para indicar la violación de normas o costumbres establecidas para ordenar la vida social. Se trasgrede la ley civil, el código de tránsito, los mandamientos, la buena educación en un deporte.
Cuando aplicamos la palabra trasgresión a la religión podemos caer en una confusión que lleva a una idea equivocada del sentido del pecado. El peligro está en el hecho de pensar que lo negativo del pecado está simplemente en el haber trasgredido una norma o un mandamiento de Dios. Este modo de considerar el pecado está siempre asociado a la idea de que el acto cometido es malo sólo porque Dios ha decidido que sea así, casi por un capricho suyo e independientemente del bien de la persona. En este sentido me parece que hablar del pecado como de una “trasgresión” o una “ofensa a Dios” es reductivo y equivocado desde el punto de vista de la persona que actúa.
En realidad el pecado o la trasgresión de un mandamiento, más que de ser una ofensa a Dios, es una disminución de la persona. Si lo queremos ver desde el punto de vista de Dios, es un alejamiento del plan que Él tiene para cada persona. Si el pecado es considerado como una trasgresión a un código exigido por Dios desde fuera de la persona humana, la vida moral resulta muy poco atractiva. Si en cambio se piensa desde la otra perspectiva, el pecado es el camino para perder la dignidad.
Es verdad que con mucha frecuencia el pecado es considerado como la trasgresión de la ley de Dios, porque la moral se hace falsamente girar en torno a los mandamientos y códigos de conducta. “Se puede hacer esto, está prohibido hacer aquello otro, si haces esto te condenarás, acá está el límite de lo permitido”, etc. Pecar se convierte en faltar a una normativa, violar un código, desobedecer una norma. Pero la vida humana lograda no consiste en el cumplimiento de un código, sino en acertar con el camino que conduce a ser mejores personas, a vivir un estilo de vida que vale la pena ser vivido.
Por todo esto considero mejor recordar que el pecado no es el incumplimiento de una ley sino la auto disminución de la misma persona. Si la reflexión moral es la propuesta de un camino para ser mejores personas, el pecado es una disminución de lo humano. La vida moral no es el respeto de un código de conducta sino la búsqueda del camino que permite llegar a una más plena humanidad.
El trasgresor de mentalidad legalista puede pensar que al pecar ha hecho algo que no podía hacer; el que comprende la vida humana como un camino de auto realización piensa que en realidad ha hecho algo que no le conviene, o algo que en el fondo no le hará feliz
jueves, 6 de mayo de 2010
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Hernán me parece muy bueno lo de ver al pecado como una ofensa contra la propia esencia personal de uno mismo. Me parece que le agrega una pespectiva interesante. Felicitaciones por el blog!
ResponderEliminarHernan pienso que el matiz que le das al pecado desde mi punto de vista es complementario del simple no cumplimiento de la norma, pues al no respetar el mandamiento estoy tambien cambiando mi nivel de desarrollo personal o sea que es complementario de lo anterior.
ResponderEliminarMucha suerte y felicitaciones con el blog
Hernantxu, muy bueno el artículo, es super interesante y "original", como el propio pecado, je.
ResponderEliminarSabes lo que me pasó? pasé un rato por el IAE y no estabas, pero lo peor es que me volví con el libro de Coaching que te llevé desde Madrid, por despistado !
Me escribe Mariano Ferrero:
ResponderEliminarComparto lo que decís. Y desde mi lugar de papá rescato que hay una analogía con la crianza de mis hijas y el sentido que ellas incorporan cuando hay que obedecer. Tratamos como padres que entiendan que no tienen que obedecernos porque es lo que deben hacer , sino porque es lo que a ellas las va a hacer más felices. Simple pero creo que al punto. Dá para conversar más , pero calculo que será en persona en algún momento.
Excelente!!!! Lamentablemente la catequesis que en general hemos recibido (los más viejos con más insistencia) ha sido la contraria. Y creo que se transforma, a la larga, en una comentencia contra uno mismo, por seguir un reglamento vacio. La visión que planteas le agrega mucho sentido a la vida. Sin embargo, a primera vista, me cuesta encontrar la relación con el amor, ya que pareciera como que es autoreferencial, nunca mira a Dios ni a los demás, sino que se centra en la autosuperación y perfeccionamiento. ¿Cómo se incorpora la motivación del amor en esto? Creo que le agregaría mucho más significado todavía. Me gustó la analogía de Mariano Ferrero con la relación de padres e hijos. Uno como padre trata de indicar a los hijos el mejor camino a la felicidad, y los hijos lo seguirán por tres posibles razones: "porque lo dice el viejo", "porque lo admiro y lo respeto", "porque lo quiero, sé que me quiere y confío en él". Humilde opinión. Gracias!!!
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