Después de unos meses de ausencia, finalmente puedo anunciar mi nuevo escrito, sobre la amistad.
No cualquier forma de cercanía es amistad. Existen varias formas similares, pero no son la amistad ...
Por ejemplo la relación que suele nacer entre compañeros de deporte, entre militares que han pasado juntos situaciones de guerra, entre personas que comparten un tiempo de trabajo lejos de sus familiares, o entre personas que tienen intereses o ideas comunes. Por muy importantes que parezcan esos vínculos, no se trata de amistad en el sentido fuerte de la palabra, ya que normalmente no se acude a esos compañeros y colegas para tratar temas que tengan que ver con los sentimientos personales o para encontrar apoyo emocional. Son compañeros, colegas, pero no amigos.
Cuando varias personas participan en un proyecto común de importancia afectiva para todos, nace un tipo de relación muy especial. En primer lugar desaparecen las diferencias sociales o de opinión en otros temas que no sean el tema que los une en ese proyecto. Sus miembros son capaces de sacrificios que en otra situación no afrontarían. Cada uno se siente mejor persona; se supera mejor la trivialidad de la vida cotidiana. Pero tampoco esto es una verdadera amistad, porque en esas situaciones lo que cuenta no es la persona del otro, su modo de ser, sino todo lo contrario, lo que cuenta es que participe en el proyecto o en la lucha común. De hecho, en la mayor parte de los casos, cuando alguien abandona el proyecto, la relación se quiebra o se olvida sin mayores consecuencias afectivas.
Los amigos ... bueno, sobre esto está por aparecer un libro que acabé de escribir hace poco (Para poder sobrevivir: amistad, Ediciones Logos, 2011)
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domingo, 27 de febrero de 2011
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