jueves, 6 de mayo de 2010

¿Trasgresión o herida?

Normalmente usamos el término “transgresión” para indicar la violación de normas o costumbres establecidas para ordenar la vida social. Se trasgrede la ley civil, el código de tránsito, los mandamientos, la buena educación en un deporte.

Cuando aplicamos la palabra trasgresión a la religión podemos caer en una confusión que lleva a una idea equivocada del sentido del pecado. El peligro está en el hecho de pensar que lo negativo del pecado está simplemente en el haber trasgredido una norma o un mandamiento de Dios. Este modo de considerar el pecado está siempre asociado a la idea de que el acto cometido es malo sólo porque Dios ha decidido que sea así, casi por un capricho suyo e independientemente del bien de la persona. En este sentido me parece que hablar del pecado como de una “trasgresión” o una “ofensa a Dios” es reductivo y equivocado desde el punto de vista de la persona que actúa.

En realidad el pecado o la trasgresión de un mandamiento, más que de ser una ofensa a Dios, es una disminución de la persona. Si lo queremos ver desde el punto de vista de Dios, es un alejamiento del plan que Él tiene para cada persona. Si el pecado es considerado como una trasgresión a un código exigido por Dios desde fuera de la persona humana, la vida moral resulta muy poco atractiva. Si en cambio se piensa desde la otra perspectiva, el pecado es el camino para perder la dignidad.

Es verdad que con mucha frecuencia el pecado es considerado como la trasgresión de la ley de Dios, porque la moral se hace falsamente girar en torno a los mandamientos y códigos de conducta. “Se puede hacer esto, está prohibido hacer aquello otro, si haces esto te condenarás, acá está el límite de lo permitido”, etc. Pecar se convierte en faltar a una normativa, violar un código, desobedecer una norma. Pero la vida humana lograda no consiste en el cumplimiento de un código, sino en acertar con el camino que conduce a ser mejores personas, a vivir un estilo de vida que vale la pena ser vivido.

Por todo esto considero mejor recordar que el pecado no es el incumplimiento de una ley sino la auto disminución de la misma persona. Si la reflexión moral es la propuesta de un camino para ser mejores personas, el pecado es una disminución de lo humano. La vida moral no es el respeto de un código de conducta sino la búsqueda del camino que permite llegar a una más plena humanidad.

El trasgresor de mentalidad legalista puede pensar que al pecar ha hecho algo que no podía hacer; el que comprende la vida humana como un camino de auto realización piensa que en realidad ha hecho algo que no le conviene, o algo que en el fondo no le hará feliz